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 Moldeando la luz 

20/Abril/2017

Al caer la noche, la oscuridad penetra en cada uno de los rincones de grandes y pequeñas ciudades, pero es entonces cuando la luz emerge como pequeños soles, iluminando con diferentes colores las habitaciones que hacen parte de nuestro entorno. La misión de Muriel Garderet es engalanar esos pequeños resplandores con la armonía de piezas producto de su imaginación.

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La emoción de conocer nuevos lugares, puede asemejarse a la curiosidad de un niño por explorar el mundo, y ese sentimiento explica a la perfección lo que me invadía mientras avanzaba por una carretera rodeada de tierra rojiza que mantenía entre sus montañas a un pueblo escondido, pero fácilmente reconocible por el blanco que allí predomina.

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Barichara guarda entre sus suelos el arduo trabajo de aquellos talladores en piedra, que con cincel y martillo han hecho de éste, el municipio más bonito en Colombia, capaz de enamorar a todo aquel que ha pisado su suelo.

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Aquellas rocas que trazan las calles de este hermoso lugar, me llevaron por medio de árboles inmensos, pequeños riachuelos y una cantidad indescriptible de sonidos producidos por animales, hasta una casona antigua en donde la luz natural se junta con la artificial formando un perfecto equilibrio.

 Un pueblo de ensueño 

 Muriel Garderet 

Mientras mis ojos se maravillaban con el entorno; una mujer rubia, de tez blanca y con un acento que mezcla el francés, inglés y un español muy propio del departamento de Santander, me saluda desde la puerta de su taller con una sonrisa capaz de transmitir calidez a metros de distancia.

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Su nombre es Muriel Garderet y su historia comenzó a escribirse en Francia, desde muy niña estuvo rodeada por la artesanía, gracias a la herencia de su familia materna proveniente de Suiza y educada en un colegio donde las artes aplicadas fueron su ventana para conocer el oficio artesanal.

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Además de la artesanía, la música clásica hizo parte de su historia, esta formación le permite expresar una armonía que se refleja en cada nuevo diseño plasmado en sus piezas, llenando de vida el entorno donde sean ubicadas.

 Enamorándose de Colombia 

El espíritu aventurero fue el que empujó a Muriel a conocer el mundo con tan solo 18 años, siendo Colombia su destino turístico, lo que nunca llegó a imaginar fue el enamorarse de una tierra que le extendió sus brazos acogiéndola como una más entre nosotros.

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Luego de un año recorriendo los paisajes de nuestro país, regresó a Inglaterra para culminar sus estudios como traductora, pero “el daño ya estaba hecho” su corazón se quedó en Colombia y dejó de lado su vida en Europa para empezar de nuevo en un país a más de 5mil millas de distancia de su familia.

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En un principio, decidió vivir en Ráquira, en donde fue incursionando lentamente en el mundo de la artesanía colombiana, conociendo los procesos de la alfarería y el trabajo en fibras naturales.

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Con el pasar de los años Muriel siguió explorando los diversos municipios de Colombia, hasta llegar a este mágico lugar que flechó su corazón, pues desde entonces, Barichara hace parte de su vida y su taller es el complemento perfecto para este municipio lleno de luz y artesanía.

 De su imaginación a tu casa 

Gracias a este nuevo mundo rodeado por elementos naturales que permiten ser moldeados a voluntad, Muriel encontró en su entorno diversos materiales para crear artesanías funcionales que se acoplaban a una arquitectura rural y contemporánea que surgía en Colombia.

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En su proceso de experimentación, encontró un “atado” de mimbre que llamó la atención de esta mujer empecinada en buscar soluciones naturales para su evolución artesanal, y como dos amantes dispuestos a juntar sus caminos se dejaron llevar, formando una unión armónica entre diseño y belleza natural.

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Al principio de su experiencia, los revestimientos de bombillos eran su principal oficio, pero las personas que fueron conociendo su trabajo, empezaron a pedirle diferentes elementos que mantuvieran su misma línea creativa y así fue evolucionando de manera paulatina hasta llegar a lo que ahora llama formas de luz.

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Cada una de las piezas hechas por Muriel Garderet son pensadas y desarrolladas como elementos funcionales gracias a necesidades formadas desde su hogar, pues primero busca elementos faltantes en su entorno que le permitan sentirse mejor consigo misma, lo que provoca un acercamiento casi íntimo con cada uno de sus productos.

 Alma artesanal 

Mientras el sol de Barichara mantenía un ambiente cálido en medio de una conversación prolongada, sentía como Muriel lentamente desnudaba su alma y me dejaba ver a una aventurera que por medio de sus manos buscaba la manera de darle vida a nuevos productos, descubiertos en un proceso de ensayo y error.

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En el interior de las paredes que guardan este tesoro escondido, se destacan los procesos mágicos que allí se forman, entre los que predomina el aire fresco traído por todos aquellos visitantes que con nuevas ideas puedan llevar un trozo de luz a su hogar.

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Poder ver la importancia que tiene el ambiente en donde son desarrollados los productos se hace enriquecedor, pues en Barichara, Muriel, pudo combinar lo mejor de su entorno plasmado en sus artesanías, logrando así crear objetos únicos que obtendrían reconocimientos a nivel internacional.

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La unión de elementos estéticamente armados, la funcionalidad y el proceso creativo de cada uno de los objetos hechos a mano, le dan vida a las fibras naturales pertenecientes al entorno.

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Galería de fotos

Es difícil encontrar personas que le presten mayor atención al proceso creativo de su pequeña empresa en búsqueda de mejorar la calidad día a día, dejando de lado el deseo constante de hacer de la misma, una marca reconocida a nivel mundial, y esto lo podemos encontrar en aquella francesa que un día entregó su corazón a un país y su vida a la artesanía.

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Los acabados y las técnicas utilizadas por Muriel permiten ver un arte oculto, que nos muestra cómo convivir en armonía con la naturaleza, para hacer más confortable nuestro mundo.

Por Andrés Felipe Rubio Medina           @Andres.rmt33
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